Entendemos por conducta al conjunto de comportamientos observables que producimos las personas; las acciones y reacciones a través de las cuales interactuamos con los demás y con el ambiente que nos rodea. Intervienen tres factores fundamentales:
La intervención sobre los comportamientos problemáticos no puede centrarse exclusivamente en la persona (alumno, joven) que los produce, sino también, y muchas veces prioritariamente, en la(s) que responde(n) (docente, adulto).
Comportamiento problemático
Variables relevantes en la desarrollo del comportamiento problemático
Reforzadores y consecuentes:
Es importante el efecto o la incidencia de las consecuencias que acompañan a la conducta problemática. Las consecuencias cuando son positivas adoptan un papel reforzador, mientras que si son negativas para el sujeto, actuarán como castigo. Las respuestas e intervenciones inadecuadas de los adultos ante una conducta problemática, en principio poco importante, hace que esta aumente en frecuencia, intensidad y duración; a esta escalada la llamamos «efecto bola de nieve. Otro mecanismo que actúa como potente reforzador de las conductas son las cogniciones, atribuciones y expectativas que el adulto posee (e inevitablemente muestra) sobre los niños-jóvenes. Estas expectativas modulan el clima de relación interpersonal y condicionan el comportamiento y rendimiento de las personas. Es lo que se viene a llamar «la profecía auto-cumplida» o «efecto Pigmalión».
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